Hace mucho tiempo no veia una pelicula tan buena.
Escalofriantemente cruda y real.
Muestra lo que realmente somos.
Solo una bolsa de carne a la cual la vida se encarga de ablandar a golpes.
Aveces se la pasa la mano y la apalea tanto que la desgarra y la rompe.
Se ve lo miserable que somos todos, como los idolos son solo producto de la imaginación o mejor dicho de la mala observación de algunos.
Con una realización fenomenal esta pelicula enseña que la grandeza esta en abrazar la propia miseria.
Que en esta vida no importa donde ni cuando se termina.
Solo importa como se termina.